Triste, quién
lo sabe todo
y se convierte
en arrogante.
Pobre, quién
no quiere saber
y elige vivir
como ignorante.
El entendimiento
de ambas partes,
realmente, acaba
siendo intolerante.
Porque a quién
sabe que no sabe
y aun así,
intenta aprender.
Aun le cuesta entender
como la especie
evoluciona,
para entorpecer.
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