viernes, 8 de octubre de 2010

El misterio de Luna

Sentada, ella observaba emocionada la noche al mismo tiempo que él la miraba sorprendido por el juego inconsciente de sus dedos en su boca. Los mordía sin darse cuenta, a el le extrañaba lo abstraída que estaba con el movimiento de las olas y como era capaz de devorar salvajemente uno de sus dedos. Por momentos le metía miedo, pero, tras esa agresividad, cuando se cansaba, una dulce sonrisa cubria su rostro y le causaba ternura. Lo seducia el deslizamiento suave de sus dedos por sus labios, su lengua mojandolos y sus dientes que jugaban con su labio inferior. Esa chica, con cara de niña, lo estaba sensibilizando con su naturalidad.

Era curiosa, sentada en un muro que separaba la humanidad de la naturaleza, con sus rodillas dobladas que le servian para apoyar sus brazos, le daba la espalda a la monotonia de las horas; disfrutaba del reflejo de la luna sobre el mar y de los mensajes ocultos de las estrellas dejando volar su imaginación, liberando su inconsciente.

Él, un caminante cuyo destino desconocia, que iba y venia cansado de la sociedad y sus normas, se sorprendio al ver en ella algo diferente. Por timidez, decidio sentarse en la otra punta del muro, donde ella poco se fijaria. Al principio, estaba tan metida en sus sueños y emociones que le costo darse cuenta que alguien la observaba. Pero lo percibio, y asustandolo, giro la cabeza y lo miro fijamente. Sin quitar el dedo de su boca, con ojos grandes y profundos, lo observo detenidamente.

Vestia ropas sencillas, su pelo castaño algo largo estaba despeinado debido a la brisa del viento; sentado con las piernas flotando en el aire, las manos apoyadas en el muro, con una gorra, lentes negras; intentaba esconderse, pero, en ese momento, cuando ella se giro, sus ojos se cruzaron con los suyos.

Tenia una mirada profunda, temblaba algo, se asusto por su reaccion pues él no esperaba que lo mirase tan directamente, se sonrojo, hizo una risa disimulada e intento mirar el mar. A él le costaba contener su risa. Ella, que se dio cuenta de su reaccion, al verlo mirar el reflejo de la luna en el mar, busco un papel en su pantalón y con un lapiz que llevaba, escribio unas simples estrofas. Doblo el papel, se levanto y firmando lo dejo sobre el muro. Lo miro a él, intensamente por ultima vez, y marcho.

No me conoces,
Pero eres capaz
De leer mi secreto
Con tus ojos…

Me miras;
En tus ojos,
En mis ojos,
Ahí, esta entre nosotros.

Lo ves,
Lo sientes,
No lo resistas,
Dejate fluir.

Permitete vivir,
Sonrie libremente,
Se tu mismo
Y saludame, si quieres.

-Luna

Temiendo que el papel volase, se acerco corriendo a leerlo y no pudo contenerse; en su interior le invadia un gran deseo de conocerla, a esa magica joven, cuya profundidad era incapaz de imaginarla. Pero, no conocia su paradero, ni su nombre, tan solo su firma “luna”; Cómo encontrarla?

Volvió donde tenía su caravana la cual había comprado tras graduarse para cumplir su sueño de viajar sin rumbo y paso toda la noche pensando. Pero fue al día siguiente cuando releyendo, encontró la respuesta en la misma hoja.

“Eres capaz de leer mi secreto con tus ojos… en tus ojos; en mis ojos; ahí, esta entre nosotros…” que estaba en nuestros ojos esa noche? Que miraba intensamente como ella?... La luna. Su misma firma lo decía, si quería encontrarla tenía que ser una noche de luna.

Regreso la noche siguiente, a aquel muro, donde la encontró por ultima vez. Sentado, donde ella se habia sentado, miraba la luna. La observaba… la luna, que llena estaba brillaba con esplendor sobre sus ojos que se fueron llenando de noches en su espera… la luna lo acompañaba y brindaba esperanza a sus sueños. A veces rodeada de estrellas, otras veces sola, cambiando su forma, como si jugara a esconderse… Pero, aun así, la extrañaba, a ella, a la luna que no podia ver. Oscura luna que brillaba en su mente. Temía no volver a verla, mas aun así, siguió sentandose en el muro, en su sitio, del lado de la naturaleza, dias y dias, semanas, disfrutando de la liberación de sus emociones, de la tranquilidad, esperandola.

Fue entonces cuando escucho pasos. Prefirio no voltearse, y siguió mirando el mar… Pero, se le acercaba alguien; podría ser ella?

La intensidad del momento hacía que comenzara a temblar, le costaba andar, pero, mordiendo sus labios y conteniendo la emocion siguió aproximandose hasta estar detrás de él y pararse.

El, temiendo voltarse, sabiendo que venia por el, siguió mirando la luna, cuando ella dio a conocer su dulce voz:

Ver la luna
es un sueño que
yo quiero compartir…

Sentir la noche
en silencio,
poco a poco,
dulcemente,
descubrir sus secretos…

Sentirse luna como ella,
Rodeada de estrellas,
Recorriendo el mundo
sin fronteras…

Estando en todas partes,
Iluminando a quien sea,
Acompañando siempre,
a quien la contempla…


Tus ojos pronfundos,
parecen querer conocerla,
parecen buscarla,
siento como la observas…

Es hermosa…
Si, me encanta,
Me gustaria ser ella…

Me gustaria compartir
Lo que siento,
Como la luna hace
Esta noche con sus estrellas…

Su voz, la cual empezo dulce y entusiasmada al mirar la luna, fue volviendose a un tono mas leve y melancolico, cada palabra, la iba sensibilizando de forma que no pudo contener el deslizamiento de sus lagrimas. Él, noto su debilitación y se dio la vuelta. La vio, lo mas cerca de lo que nunca la habia visto. Decidio abrazarla y le dijo:

Me gustaría decirlo
Sin tanto “yo” o “tú”.
Me gustaría
Que sin entreverar mis palabras,
Directamente,
Llegue a tu oido,
Y salga de tu boca,
Al mismo tiempo.
Pero sin hablarnos,
Mirandonos y entenderlo,
En un momento.
Como si un suspiro fuera,
Yo quisiera
Envolvernos en un hechizo.
Olvidar quien es quien,
“yo”, “tú”… que importa
Si los dos lo sentimos?
Quisiera decirlo
De una forma diferente.
Por detrás de quien sea
Ese nosotros,
Busco, tan solo,
Expresarte
Ese sin fin de emociones
Que compartimos,
Y asi mismo,
Conoces.